sábado, 28 de marzo de 2015

Párpados

Se abren los párpados
con un soplido de brisa,
el cielo también
con un par de ojos, y las nubes
no ocultan las heridas
del retazo azul.
Al igual que una espina
enterrada en el pecho,
de una doncella,
no se quita con la fuerza
de mil mancebos,
sino, con la lujuria
de sus manos, 

sus pieles,

su néctar y sus fugaces besos.

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