Delirar
En la suprema nocturnidad
aparecen esos ojos que roban
vorazmente el sueño,
llegan y se adueñan de esta
piel infiel,
hambrienta de abrazos,
esos ojos,
que robó el fuego de los
Olímpicos,
es el que deposita en cada
ósculo,
el delirio que como una
ofrenda,
se deshace en ambrosia...
esos ojos,
hechiceros,
ojos brujos,
malditos ojos que enamoran mi
corazón,
mi carne y mi alma,
de tanto amarlos he gastado
los mios,
por no lograr,
dejar de mirarlos,
por no lograr,
abandonarme dentro de su
delirio.
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